PROFESIÓN PERPETUA DE VOTOS
Parroquia del Espíritu Santo y Señor mueve corazones
21 de octubre de 2023
El sábado 21 de octubre, los Cohs. Daniel Ávila Fernández y Luis Miguel García Camilo emitieron la profesión perpetua, asumiendo el compromiso de ser memoria vida de la Pasión de Jesucristo. La celebración se llevó a cabo en la Parroquia del Espíritu Santo y Señor mueve corazones, y fue presidida por el P. Víctor Hugo Álvarez, Superior Provincial.
HOMILÍA
El segundo cántico del siervo de Yahvé que hemos escuchado en la primera lectura, es una hermosa composición poética que tiene un misterio muy fecundo y a la vez profundo. Una clave para descubrir su belleza y profundidad la encontramos en la palabra que escuchamos en distintas ocasiones: “Dios es el Señor”. Y al reconocer esa soberanía, el personaje del texto se reconoce como el siervo y nos ayuda a tener una proximidad a lo que significa ser siervo.
Así, cada uno de nosotros puede tener claro: qué queremos decir cuando decimos que Dios es el Señor. Pues si decimos que el Señor nos llamó, reconocemos que hemos sido llamados para poner nuestra vida al servicio del Señor, como siervos suyos.
Esto es parte de la hermosura que nos da el texto: llegar a la certeza de que nuestra vocación es un llamado del Señor, que ha tomado la iniciativa de llamarnos por pura gratuidad a trabajar para Él. Y no sólo los religiosos, sino absolutamente todos. “Todos los fieles, de cualquier estado o condición, estamos llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad”. (LG. 40) También nos recuerda Alonso Severiano que: “Todo el pueblo está llamado a la amistad y a la filiación divina; Dios llama en una comunidad de salvación y desde una comunidad de salvación. En pocas palabras, hay una llamada básica y universal y es a la vocación cristiana, que es una llamada gratuita del Padre –en Cristo– a la amistad y a la filiación, y que se realiza personalmente en la Iglesia”. Así podemos entender que todos recibimos el llamado a ser siervos del Señor, para mayor gloria de su reino.
(1Cor. 4,1;Jn 12,26 13,16; Mt 25,21).
Ahora ustedes hermanos, al descubrir el valor de su llamado, el Señor los invita a participar más de cerca a su servicio, a través de su consagración religiosa. El dicasterio para los religiosos e institutos seculares, nos dice que “La consagración en la vida religiosa es una iniciativa de la acción de Dios, quien llama a una persona y la separa para dedicársela a Sí mismo de modo particular. Al mismo tiempo, da la gracia de responder de tal manera que la consagración se exprese, por parte del hombre, en una entrega de sí, profunda y libre. Es una alianza de mutuo amor y fidelidad, de comunión y misión para la gloria de Dios, gozo de la persona consagrada y salvación del mundo”.
Es por eso que la Profesión Religiosa realiza una consagración total a Dios, digno de un don tan radical de la persona humana. Es una peculiar consagración, con la cual, uno se entrega totalmente a Dios. El sentido teológico de consagrar y de ser consagrado se entiende como aquello introducido a la esfera de lo sagrado, convertirlo en propiedad de Dios y a su servicio exclusivo.
En el privilegio de ser plenamente siervos del Señor al servicio de su Reino, estamos llamados a profundizar en las heridas, los gemidos y sufrimientos que sufre su pueblo. Así como lo recuerdan nuestras Constituciones cuando dicen: “Sabiendo que la Pasión de Cristo continua en este mundo hasta que Él venga en su gloria, compartimos los gozos y las angustias de la humanidad que camina hacia el Padre” (Const 3).
Por ello, el Pasionista descubre desde su consagración al emitir los cuatro votos evangélicos; que su vida es un cuestionamiento al mundo, la vida religiosa es un escándalo y que su manera de vivir no le permite encajar en los intereses que el mundo valora.
Es por eso que nuestra misión se enfrentará a fuertes desafíos y cuestionamientos por parte de jóvenes que van en una búsqueda de sentido. Sobre todo cuando dicen que la felicidad es fugaz y hay que atraparla. Y ese atrapar la fugaz felicidad se expresa en tres actitudes básicas, relacionadas con el Tener, con el Valer y con el Poder. Por supuesto que hay mucho más, pero me enfoco en estas.
El Tener se expresa actualmente en el “todo para mí”. Las necesidades y los derechos de los demás, quedan totalmente postergados. El Valer se manifiesta sobre todo en términos de competitividad. Lo que importa es ser más que los demás. Es el ser más, pero siempre en términos comparativos, lo que realmente se busca es el parecer más. El Poder se manifiesta en el afán de dominio. Es la autorrealización a través de la dominación sobre los otros.
Hay personas que cuestionan nuestra vida, cuando evidenciamos una espiritualidad más individualista que comunitaria, más privatizada que social, más personalista que eclesial, más devocional que bíblica y litúrgica, más sensible a captar la presencia de Dios en fenómenos paranormales que en la sencillez y la normalidad de la vida. Como religiosos tenemos que dar respuesta testimonial de estos cuestionamientos.
En esta misma esfera de los retos y desafíos que el mundo nos presenta, nos encontramos con un sistema económico social que sitúa a la economía como valor absoluto al que todo debe acomodarse, que margina a la religión, olvida y desprecia a los pobres y considera las cosas creadas como un simple bien de consumo. La gran desigualdad que existe en todo nuestro planeta y la manera como se justifica la violencia de las guerras en aras del derecho y la seguridad de las naciones. En este y otros muchos contextos de nuestro mundo, los pasionistas estamos llamados a ser y tener una propuesta clara, evangélica y profética dentro de nuestro mundo. Porque nuestra vida no necesita tener la pretensión de ser respuesta, pero si una alternativa evangélica, porque nuestro desafío es vivir la mística del carisma y la profecía, insertos en el corazón del mundo.
Porque ante un mundo consumista y egoísta, nuestra respuesta tiene que ser el vivir con alegría profunda la pobreza, siguiendo la pobreza de Jesús: su debilidad humana, escasez de medios y preferencia por los pobres (Arregui, I., Identidad consagrada en una sociedad laical) viviendo sin ataduras ante los bienes de la tierra, de manera que sean para compartirlos y ser así siervos sembradores de alegría y esperanza.
Frente a las corrientes actuales de gran contenido individualista, egoísta, evasioninsta y hedonista, es urgente profundizar en la grandeza y profundidad del carisma pasionista cuando decimos “Que la Pasión de Cristo es el remedio más eficaz para los males del mundo” (Const.1). Esta intuición de San Pablo de la Cruz sigue siendo auténtica y valida hoy más que nunca. Se impone como una necesidad en un mundo caracterizado por la cultura de la muerte, cuya raíz es la exclusión del Dios de la vida y la incapacidad para comprender el sentido de la existencia como un don recibido para darlo a los demás.
La memoria de la Pasión es ante todo proclamación del amor de Dios a la humanidad: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). Por eso nuestro fundador asegura que la Pasión de Cristo “es la obra mas grande y admirable del amor Divino”. La Memoria Passionis proclama “la buena noticia” de la vida renacida del amor a Jesucristo, efectivamente, da su vida sobre la Cruz para que pudiéramos tener nosotros la vida: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que tenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en Él”.
Por eso, el Pasionista acepta la mentalidad del Crucificado Resucitado: entregar la propia vida para dar vida; es por constitución un heraldo de la vida.
La memoria del Crucificado, fuente de nuestra pasión por la vida, nos convierte en contemplativos de la Vida en la Pasión de Jesucristo Crucificado Resucitado, en testigos fieles de la Vida en la pasión por la comunidad, en profetas de la Vida en la pasión por el mundo.
La hermosa certeza de saberse elegidos, saberse llamados. Desde esta clave vocacional el texto de Isaías, nos hace distinguir cuatro momentos en la vida del Siervo, el pasado lejano, el pasado próximo, el presente y el futuro.
Hay una flecha temporal que atraviesa el texto, el empieza evocando su pasado más lejano: “estaba yo en el vientre y el Señor me llamó”, este personaje dirige su mirada a lo más remoto que puede aludir sobre sí mismo, es el pasado lejano.
Después hace referencia a un pasado más cercano, cuando dice: “yo pensaba, en vano me he cansado, inútilmente he gastado mis fuerzas”. Ese es el pasado próximo, una crisis de fe, una crisis en la esperanza, una crisis en la vocación, que será resuelta al decir:“en realidad mi causa la tenía el Señor, mi recompensa lo tenía mi Dios. Se ve que pasó por un tiempo malo, pero quedo superado.
Entonces viene el tercer punto, el presente. “Ahora habla el Señor que desde el vientre me formó, mi Dios es mi fuerza y viene la palabra de Dios que bendice el presente de este hombre; es poco que seas mi Siervo, te hago luz de las naciones”. Esta es la intervención de Dios en el hoy. Ese presente deja deslumbrar un futuro.
Se ve que el texto esta construido como una flecha que parte del pasado remoto y que mira hacia el futuro. Para los israelitas el tiempo no es un circulo, en el que siempre se repite lo mismo, para el hebreo el tiempo es un flecha y es la intervención de Dios que le da una dirección a la vida. Y porque le da una dirección le da también un sentido, le da una esperanza y una expectativa.
Y por eso el tiempo en la Biblia se mueve desde la figura a la realidad, desde la promesa hacia el cumplimiento, desde la expectativa a la alegría del encuentro, desde el hambre al alimento. Cuatro momentos entonces pasado lejano, pasado próximo, presente y futuro.
¿Cómo llega este hombre a convencerse de que Dios lo había llamado? Sentirse llamado desde el vientre materno es entender que la propia vida no puede tener otro desenlose, no puede tener otra plenitud, no puede tener otro camino sino el que Dios ha marcado con su palabra y con su promesa.
Por eso a veces decimos esta expresión, “es que esa persona nació para eso”. Es una expresión que recoge las señales del sentido de toda una historia. A lo largo de mi vida, las cosas adquieren un sentido cuando yo me encuentro contigo. Y el encontrarme contigo le da un sentido un un significado a lo que soy y a lo que hago y por lo que vivo.
Que privilegio tan grande encontrar a una persona que ha encontrado su vocación, porque es alguien que nos ayuda a dibujar nuestro propio mundo y a ubicarnos en el conjunto de realidades y de historias que se entre cruzan. Cuánto bien hace una persona que descubre su vocación y vive su consagración, no como un oficio que tiene que desempeñar, sino una manera plena de vivir. Tenemos que recopilar las señales del amor de Dios hasta poder decir, para esto nací.
Qué hermoso es ver como la vida se construye desde Dios, y a veces el presente es quien nos ayuda a mirar nuestro pasado con mucha gratitud y a entender aquellas cosas que en el pasado no podíamos entender. Porque el hecho de ser llamados no exime las dificultades y tormentas que tuvimos y que tendremos que atravesar.
Solo Dios es capaz de hacer algo tan extraordinario en la vida de cada uno de sus hijos, construir un futuro que ninguno de nosotros podríamos hacer por nuestras propias fuerzas o méritos. Los invito queridos hermanos a que sean dóciles a la voluntad de nuestro Padre Dios, fieles discípulos de su Hijo Jesucristo y que se dejen guiar por la fuerza de su Espíritu. Así podrán ser luz de las naciones, espada afilada para los corazones más duros y soberbios pero sobre todo que la palabra salvadora de Cristo llegue a todos los rincones de la tierra.
Que nuestro Santo Padre interceda por ustedes para que, perseverantes en el servicio y su vocación, alcancen la plenitud de la vida, y bajo el amparo de nuestra dulce Madre, la Santísima Virgen Maria, cubra y proteja su consagración.
Si ustedes cumplen fielmente lo que hoy han prometido, yo les aseguro que podrán tener parte en el Reino de los cielos, así como la vida eterna.
P. Víctor Hugo Álvarez Hernández, C.P.
Superior Provincial